Compartimos esta reflexión acerca de lo que nos dejó la participación argentina en Brasil 2014, escrita por un compañero de Cablevisión:
“Como un borracho necesita una bar, como un ciego imaginar te necesito…”, dice una canción muy conocida. Así necesitó la Selección Argentina a Di María y Agüero durante el Mundial. Así imaginó el pueblo argentino levantar la Copa del Mundo. Esa Copa que nos es esquiva hace 28 años, cuando brilló la zurda del anterior 10, ese por el que alguno tiene ganas de abrir el debate y compararlo con el actual. La magia no se compara, se disfruta gente.
Así transito la Selección de Sabella, este histórico y seguramente recordado Brasil 2014.
El equipo no se lucio, no brilló como se esperaba, fue compacto en defensa contra Bosnia y alguno que otro criticó el sistema táctico 5-3-2 aunque se ganó. Pachorra cambio contra Irán, un equipo de 4 o 5 a 0 en los papeles y en los prodes. Nada de esto pasó. Argentina ganó un partido trabado por 1 a 0 con un mágico gol de Messi cuando las papas ardían, para meternos en la segunda fase y solo restaba saber si terminábamos primeros o segundos del grupo.
Mientras las decepciones y las sorpresas daban el presente, Cristiano Ronaldo se volvía en primera ronda y Costa Rica se adueñaba del Grupo de la Muerte, eliminando a Italia e Inglaterra.
Los delanteros no aparecían y encima se iban cayendo soldados, lesión del Kun Agüero a los 36’ frente a Nigeria y el primer frunce de seño se veía en la cara de todos los argentinos, el temor a la caída del sueño Mundial. Fue golpe por golpe, 3 a 2 de la mano de La Pulga y una defensa que generaba más dudas que certezas, con grandes errores en los cruces y coordinación entre los centrales, Fernández y Garay.
Pero a quién le importó esto si ¡ya estábamos en Octavos!
Frente a Suiza, “Guarda con Shaqiri, guarda con Shaqiri… con ese que juega en el Bayern”, se escuchaba en un café. Nada de eso. Suiza se jugó a la contra, luego a la prorroga y finalmente intentó los penales. Sueño roto para ellos y a besar la red, porque una apilada de Messi a los 117’ hizo que Di María, abra con su pie hábil el corazón de los 40 millones y el marcador 1 a 0, (festejo típico del Fideo como mensaje: Este corazón late).
A Sabella le importó (¿cómo que a nadie le importa?). Contra Bélgica metió mano en el equipo porque a él tampoco lo convenció la defensa. Demichelis y Biglia adentró y a superar el karma de Cuartos.
Fue rápido y conciso, apareció el 9, el goleador del Napoli y a los 7 minutos termino con el miedo de quedar afuera otra vez en esa instancia y romper con 24 años sin semifinal. Todo esto con un gramo de tristeza y el segundo gran susto, lesión de Di María y chau Mundial para él.
Los jugadores se soltaron y festejaron con la multitud que acompaño durante toda la Copa al seleccionado. Por fin una nueva semifinal, esa que los nacidos en el 90 nunca vivieron.
Enfrente el tan temido equipo de Robben, Holanda. Se sufrió… y mucho, alargue para luego llegar a la suerte de los penales. ¡Gracias Chiquito, muchas gracias! El Goyco del 2014, ese que tanto cuestionamos, nos regalo desde sus guantes (quien sabe qué cosita le pusieron antes de que arranque la serie) la Final de la Copa del Mundo.
“Brasil decime que se siente…” Copacabana, copábamos y el 7 a 1 no se olvida nunca más, luego de que Alemania haya apabullado por ese resultado a Brasil en semifinales.
Al Maracaná viajaron más de 300 mil personas para ver esa final, el final del sueño, es que terminó con el 1 a 0 en tiempo suplementario.
Se dejo todo con el mejor equipo del mundo. Orgullo, esperanza y emoción nos dejó este Mundial. No se perdió, créanme, se ganó. La Copa es Alemana pero el orgullo es Gaucho.
Mascherano ya no “comés mierda”, masticás gloria eterna.
Adrián Pereyra
